Elizabeth Blackwell (3 de febrero de 1821-31 de mayo de 1910) fue la primera mujer que logró ejercer la profesión como médico en todo el mundo. Blackwell, tras fallecer su padre, comenzaría a estudiar medicina, con el deseo de dedicarse a la práctica médica. Diez universidades rechazaron su solicitud hasta que fue admitida en Ginera (Nueva York). El 11 de enero de 1849 se convertiría en la primera mujer en recibir el título de doctora en medicina. Recibió el consejo de realizar cursos de homeopatía y dedicarse a la práctica de la medicina no oficial. Marchó a donde ejerció en maternidad. En una de las curas, una secreción purulenta le salpicó el ojo izquierdo dejándola ciega. Aquello truncaría su carrera de cirujana.