Frase martiana, extraída del discurso pronunciado en Tampa, Estados Unidos, el 26 de noviembre de 1891, entre los emigrados, y reproducido en hoja suelta con el título “Por Cuba y para Cuba”, tomado taquigráficamente por Francisco María González, trascendiendo en la historia como “Con todos, y para el bien de todos”. Alerta sobre “el peligro grave de seguir a ciegas, en nombre de la libertad, a los que se valen de ella para desviarla en beneficio propio” y ensalza a “los cubanos que ponen su opinión franca y libre por sobre todas las cosas”. A lo que llamó “la dignidad plena del hombre”. Es un discurso en el que el maestro objeta y reprocha enérgicamente a siete grupos de compatriotas: los escépticos; los que temían “a los hábitos de autoridad contraídos en la guerra”; los que temían “a las tribulaciones de la guerra”; los que temían al llamado “peligro negro”; los que temían al español como ciudadano en Cuba; los que, por temor al Norte y desconfianza de sí, se inclinaban hacia el anexionismo; los “lindoros” aristócratas, los “olimpos” oportunistas y los “alzacolas” intrigantes. Discurso de amor y de combate, que se constata en las expresiones