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¿Corsarios Criollos?

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Autora: Lic. Josefina Acosta de Para

Categoría docente: Profesora Asistente,

Centro de Trabajo: Facultad de Ciencias Medicas “Comandante. Manuel Fajardo”    Policlínico Universitario Vedado y Sede Universitaria del Municipio Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba

Correo electrónico: acostadepara@infomed.sld.cu

 

 Palabras claves: Ordenanza de Corso, Cuba, Corsarios criollos.



¿CORSARIOS CRIOLLOS?                                                      

Lic. Josefina R. Acosta de Para

 

Corsarios y piratas poblaron nuestra historia desde sus inicios; sus ataques a nuestras primeras villas y poblados, la desolación y los estragos que causaban, y las medidas para su defensa han sido objeto de estudio por generaciones.  Lo que nunca estudiamos fue que los “criollos” formaron  parte de esa cofradía.

La historia comienza en el Siglo XV con un Tratado con bendición papal que otorgaba a España la mitad del mundo conocido y por conocer y entregaba la otra mitad a Portugal, nación también favorecida con los viajes de descubrimiento,  dejando fuera de la repartición a países como Gran Bretaña, Francia y Holanda.

En esta parte del mundo, gracias al monopolio comercial impuesto por España en sus territorios, pronto comenzaron las disputas por las tierras, tesoros y riquezas de lo que se llamó El Nuevo Mundo.  Corsarios, piratas, bucaneros, fueron las vías  que permitieron, por más de un siglo, que unos se apropiaran de las riquezas de otros.

Por su posición geográfica, bonanza del clima, sitio de reunión de la Flota antes de partir en su viaje hacía España y sus accidentes costeros  con abundantes cayos, ensenadas y bahías, Cuba se convirtió en centro de atención de los depredadores del mar. La Habana, Nuevitas, Trinidad, Remedios, Bayamo y muchas otras villas y ciudades de la Isla recibieron la agresión, la destrucción y la muerte por parte de estos filibusteros.

Autoridades y vecinos, cansados de ser víctimas, decidieron responder armando sus propios barcos para atacar las naves y posesiones de sus enemigos: Gran Bretaña, Francia y Holanda, y contra los atacantes independientes: los piratas. De los puertos cubanos salieron embarcaciones que abordarían navíos y asaltarían puertos de otras tierras y retornaron con  embarcaciones del más diverso tipo, cargados con millones de pesos en oro y plata y centenares de prisioneros ingleses, franceses, holandeses.

Ante esta inesperada ventura para la Corona de Castilla, el 22 de febrero de 1674 la Reina de las Españas firmó la histórica Ordenanza de Corso que en sus párrafos iniciales expresa:

 

“La Reina Gobernadora: La orden que han de guardar los vasallos del Rey mi hijo que residen en las Islas y tierra firme del Mar Océano, que con licencia arman cualesquiera Navíos por su cuenta para andar en aquellas Costas en busca de las Naciones que andan pirateando, y haciendo hostilidades a sus naturales, lo que para ello se les concede lo siguiente:

1. Que en las Ciudades y Puertos donde cualesquiera de los Vasallos de la Yndias Orientales (sic) e Islas de Barlovento, quisieren armar Navíos para de cuyo efecto salir al corso en busca de otras cualesquiera Naciones que andan Pirateando, y haciendo hostilidades (…) dar el armador fianzas a satisfacción del Virrey, o Gobernador de la Provincia donde se hallare presente, de que no hará daño a Navíos de Vasallos de esta Corona (…) ni a otros de Las Naciones con quien se tiene en paz, no haciendo de Piratas y dadas dichas fianzas, haya de presentar Certificación de ello ante el Virrey, o Gobernador, para que se le despache patente en que se le permita salir a navegar en Corso, por lo cual tengo por bien que el tal Armador haga leva de la gente de la Mar y guerra que hubiere menester para el Navío o navíos que armare (…)”

 

Esta Ordenanza Real vino a legalizar las operaciones que hasta el momento los españoles y criollos de la Isla, en su mayoría descendiente de los antiguos colonizadores, venían desplegando en los mares adyacentes al archipiélago cubano, existiendo constancia histórica de su presencia en casi todas las poblaciones costeras, aunque por razones geográficas, el corso “criollo” asentó sus plazas de mayor empuje en Santiago y Trinidad, con Casilda como base de anclaje.

 

A partir de este momento seremos testigos de la proliferación y el azote de “nuestros corsarios criollos” en todo el Caribe llegando la América del Norte. Tan eficaz fue su actuación que constituyeron uno de los elementos que contrarrestaron y a la larga favorecieron la desaparición de los enemigos de la Corona española en el Nuevo Mundo.

 

Desde fines del siglo XVII la lista de “corsarios criollos” se incrementará hasta muy avanzado el siglo XVIII pertenecientes muchos de ellos a cunas ilustres o familias pudientes o aristocráticas, Una idea de la importancia de esta medida es que entre 1739 y 1742 capturaron 447 embarcaciones, por un valor de nada más y nada menos que de 31 millones de libras[1] y de 1742 a 1745 se concedieron más de 50 patentes de corso en las costas cubanas.

 

Se cuenta que uno de los primeros en armar sus barcos fue Diego Plácido Vázquez de Hinojosa, nacido en La Habana hacia 1590, en un hogar casi aristocrático quien llegó a comandar una pequeña escuadra en la primera mitad del XVII.

 

Corsarios criollos fueron también:

 ·         Jara, Mezquía y Juan Poveda, corsarios de la villa de San Cristóbal, quienes a bordo de pequeñas naves recorrían los mares persiguiendo filibusteros, hasta sus propias guaridas.

·         Un criollo, Juan de Morfa Geraldino, participó al frente de doscientos hombres en la guerrita de 1654 contra los piratas de la Isla de la Tortuga. Al salir de Santo Domingo ocupa Cayena, capital de los filibusteros.

·         Tomé Rodríguez, quien en poco más de un año capturó una docena de buques enemigos, con importante botín.

·         Felipe Geraldino, Luis Fernando y Blas Miguel Corso, que hacía buen honor a su apellido y en 1687 desembarcó en Gonave, Haití;  un nido de filibusteros, allí se hizo de un jugoso botín y liberó a 24 mujeres cubanas y españolas que vivían en el lugar en régimen de esclavitud.

·         El bilbaíno Pedro de Garaycochea, quien dispuso de una escuadrilla compuesta por dos paquebotes y una fragata capturando a los ingleses once balandras, seis fragatas, cuatro paquebotes, cuatro bergantines y una goleta. Logró reunir en sus numerosos asaltos un botín que pasaba de los 3 250 000 pesos, una verdadera fortuna para la época.

·         Un capitán de apellido Mendieta, …nacido en La Habana en el último decenio del siglo XVII, capturó en unos años tres balandras inglesas, y en uno solo de sus ataques hizo más de doscientos prisioneros y sumar una riqueza por arriba de los 100 000 pesos.

·         Otros como Marcos de Alcalá, los hermanos Francisco y Miguel Vázquez quienes se transformaron luego en piratas, se distinguieron en esos años

·         En el siglo XVIII Bartolomé Valadón, tomó fuerza en la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud), y en 1743 a bordo del “San Juan de Dios”, capturó dos goletas y dos balandras inglesas y un botín de 30 000 pesos.

·         En estos años sobresalen los nombres de Diego de Avendaño, corsario de Remedios, que con sólo 10 hombres llegó varias veces al litoral de Jamaica, regresando de aquella isla con jugoso botín. También de Remedios descolló José Vivilani.

·         1718 se hizo famoso el capitán español Mendieta, quien capturó tres balandras británicas y en una sola de aquellas aventuras llegó a hacer más de 200 prisioneros y a reunir un botín superior a los 100 000 pesos.

·         En noviembre de 1742, Antonio Chaulier capturó un bergantín y una balandra inglesas y se quedó con más de 70 000 pesos en oro y plata, además de ropas, cueros y negros esclavos.

·         En el año 1743 José Domingo Cortazar, José Cordero, Francisco Lorenzo, Antonio López, a bordo del “San Ignacio”, se apoderó de tres bergantines y una balandra.

·         Vicente López, que en tres años capturó una goleta, tres balandros, un bergantín y una fragata.

·         1742 al 1745 Luís Francisco Silveiro quien era de Trinidad y navegó en corso con sus balandras “Inocente” y “San Juan Nepomuceno”,  le quitó a los ingleses cinco balandras, dos fragatas y un bergantín.

·         Desde 1750, el habanero Pedro José Armenteros y Poveda, matriculado en Trinidad, al mando del bergantín “Diligente” desarrolló su actividad corsaria en las costas de Carolina, contra los ingleses de aquella zona.

·         Diego de Morales, también trinitario, capitán de la balandra “San Nicolás” se hizo de un bergantín y una goleta.

·         Corsarios como Ignacio Olavarría, Domingo Coimbra, Andrés González, Juan Bustillos, Juan Ramón Gutiérrez y Miguel de Manzona, que en años anteriores a la toma de La Habana por los ingleses llegaron hasta las costas de lo que sería más tarde los Estados Unidos.

·         1740 y 1741 hay noticias de corsarios cubanos en las alturas de Nueva York y Rhode Island.

·         En 1747, Vicente López corsario santiaguero, llegó hasta las costas norteamericanas y se apoderó de un barco negrero con 285 esclavos.

·         En 1748 una carta de Benjamin Franklin se refiere a la presencia de dos barcos corsarios cubanos en las alturas del cabo Hatteras.

 

Los datos anteriores no dejan lugar a dudas sobre la participación, por más de un siglo, de “criollos y peninsulares” de la Isla en estas aventuras marítimas. Nuestros ignorados corsarios llegaron a ser un verdadero flagelo en el área al punto de contrarrestar las fechorías de sus enemigos y favorecer el ocaso de tales actividades en el Mar Caribe.

 

La toma de La Habana por los ingleses en 1762, según distintos autores, coincide con el declinar de estas actividades, integrándose sus protagonistas a la trata negrera con posterioridad a la fecha.

 


[1] Ortega Josefina. finoriz@hotmail.com, “Corsarios cubanos” , www.archivocubano.org

 2005/04/06, página digital.

 

[1] Santamarina, Jorge. “Corsarios cubanos: los isleños los armaron y España los amparó, WWW.cubanow.net , julio 6, 2009. página digital

 

[1] Cano Hidalgo, Isván. “Corsarios cubanos a la vista”. Curiosidades de Camaguey www.cadenagramonte.cu página digital.

 

[1] Op. Cit (1)

 

[1] Op. Cit (1)

[1] Op. Cit. (3) A partir de esta cita hasta el final, todos los datos son tomados de Cano Hidalgo.

[1] Op. Cit (3)