Fundamentación de la Cátedra Victoria de Playa Girón
Fundamentación.
El triunfo de Playa Girón tuvo dos grandes protagonistas. El primero de ellos, fue el pueblo que desde el primer llamado de la Revolución se organizó en las Milicias Nacionales Revolucionarias, y se preparó en el manejo de las armas dispuesto a defender su obra. En el momento de la agresión el pueblo, representado en las milicias obreras, campesinas y estudiantiles y en el Ejército Rebelde, corrió a sus puestos de combate solo con una idea: defender la Revolución Socialista. Artilleros, policías, soldados rebeldes, pilotos, tanquistas, médicos, todos como un rayo cayeron encima de los invasores y en 66 horas fueron liquidados.
El otro gran protagonista fue el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, no solo por la dirección exitosa de la batalla, sino por haber avizorado con mucho tiempo de antelación la invasión y haber organizado, preparado y armado al pueblo y convertirlo militar e ideológicamente en una fuerza decisiva de combate junto al Ejército Rebelde para ese inevitable día.
Preámbulo de la invasión
La madrugada del sábado 15 de abril de 1961, el Comandante en Jefe se encontraba en su Puesto de Mando. El propio Fidel recordó que «Nosotros estábamos allí, en el Estado Mayor, esperando noticias, cuando a las seis de la mañana pasa volando un B-26 bastante cerca, e inmediatamente, a los pocos minutos, ya sentimos el estampido de las bombas y el fuego de las antiaéreas. Nos asomamos y vimos que efectivamente, se trataba de un ataque ya con bombas, de carácter militar, sobre Ciudad Libertad, en la parte donde están la Escuela de Artillería y las pistas de aviación. Se estaba atacando. Otro B-26 se aproximó inmediatamente».
Entonces, ante un ataque como ese y tan abierto, Fidel sacó la conclusión de que, efectivamente, era un síntoma inequívoco de que estábamos ante la agresión. Fidel dijo: «Esta es la agresión».
«El cálculo que nosotros hicimos, precisó Fidel, fue que ese ataque no podía ser de hostigamiento, porque para hostigar, para sabotear, hubieran podido atacar otros puntos industriales con el objeto de hacer daño. Ese era un ataque aéreo […] con un objetivo militar. El objetivo militar era destruir nuestros aviones. Por lo tanto, sacamos la conclusión de que era cuestión de horas el ataque».
Desde hacía meses, el Comandante en Jefe había dado la orden a la fuerza aérea de dispersar todos los aviones. No podía haber dos aviones juntos. Los aviones que estaban de baja se situaron más o menos juntos. Todos los aviones estaban de tal manera dispuestos que nadie podía saber qué aviones estaban buenos, por lo que el ataque del 15 de abril no sirvió más que para una advertencia: «No sirvió más, diría Fidel, que para que dispusiéramos de cuarenta y ocho horas a fin de movilizarnos y prepararnos para la agresión que estaba a la vista».
Desde horas tempranas del domingo 16 de abril, cumpliendo indicaciones del Comandante en Jefe, se dieron órdenes desde el Puesto de Mando a todo el país. Más tarde, se produjo el entierro de las siete víctimas del ataque aéreo, uno de ellos Eduardo García Delgado quien escribió FIDEL con su sangre, convirtiéndose en un símbolo y una ofrenda a la Revolución Cubana, a través de su máximo líder.
Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución, porque como él mismo dijo «Estábamos en medio de la batalla, habíamos sido atacados arteramente mediante bombardeos simultáneos de nuestros campos aéreos en la búsqueda de la destrucción de nuestros pocos y viejos aviones; se había iniciado virtualmente la agresión, se había iniciado el combate. Y cuando llegan las horas de las agresiones y cuando llega la hora del combate es cuando hay que levantar más alto las banderas. Había que poner más alta que nunca la bandera revolucionaria frente al enemigo artero y cobarde que nos atacaba, frente al poderoso gobierno imperialista que preparaba la invasión».
Y se proclamó el carácter socialista, «como para que no dijeran después que era un pueblo engañado el que estaba combatiendo contra los mercenarios del imperialismo».
La invasión
Poco después, en las primeras horas del 17 de abril, justamente a las 02:18, al central Australia llegó un mensaje urgente desde Playa Larga reportando que estaban siendo atacados por una lancha de regular tamaño.
Las informaciones que llegaron al Punto Uno sobre los combates en Playa Larga y Playa Girón, Fidel las mandó a confirmar, y después de meditarlas y sopesarlas con el grupo de oficiales del Puesto de Mando, evaluaron las condiciones excepcionales de la zona de la Ciénaga de Zapata, su aislamiento del resto de la Isla, a la que la unen solo tres terraplenes construidos por la Revolución en sus dos años de gobierno: el que va del central Australia y Jagüey Grande a Playa Larga, por el norte; el del central Covadonga hasta San Blas al noreste; y el de Yaguaramas al este, a San Blas.
De este análisis, el Comandante en Jefe aprecia que es por esa zona el golpe principal que se ha esperado tanto tiempo, y que si existen otros, serán solo diversionistas.
El Comandante en Jefe se percató de que si desembarcaban por allí, había que garantizar el acceso de nuestras tropas por una de las tres carreteras y se garantizó la que estaba más próxima: la de Australia a Playa Larga. Y esa fue la misión que se le dio a la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas.
«¿Cómo pudimos darnos cuenta —preguntó Fidel— de que aquella podía ser la dirección principal? Al continuar llegando noticias de los desembarcos en Playa Larga, que ya se habían producido combates con los milicianos que custodiaban el lugar y también sobre desembarcos por Playa Girón, la primera deducción que hicimos nosotros fue la siguiente: estos, efectivamente, van a tratar de ocupar un pedazo del territorio nacional; estrategia que tenía mucha lógica, porque no era de suponer que ninguna expedición mercenaria fuera a derrotar al pueblo de Cuba, aquello tenía que ser el inicio de un mecanismo para organizar una intervención de Estados Unidos a través de la OEA. Eso era clarísimo, ya tenían los dispositivos creados para formar un gobierno [...] para instrumentar la intervención extranjera».
A las 10:53 horas informan al Punto Uno que fuerzas cubanas acaban de llegar a Pálpite. El Comandante en Jefe imparte órdenes de que sigan avanzando a Soplillar y los aviones a chorro protejan al personal que avanza hacia Soplillar. También precisa que a los prisioneros no los maten y los lleven para el central Australia. Casi una hora después se tomó el poblado de Pálpite.
El entonces capitán José Ramón Fernández descolgó el teléfono: «—Comandante, ¡ya hemos tomado Pálpite!»
La respuesta fue inmediata:
«—¡Ya ganamos! ¡Ya ganamos la guerra!... Les hemos hundido dos barcos y tres lanchones y si ellos no se dieron cuenta de que tienen que defender Pálpite están perdidos».
Fidel le dijo que salía para el Australia y colgó.
Al momento sonó el teléfono:
«—Oye, Fernández, avanza y toma Playa Larga. Me esperas en el Australia».
Estaba por terminar el día 17 y el compañero Fernández no olvida que, estando Fidel en Pálpite, después de oscurecer, «caían cada pocos minutos las granadas de la artillería enemiga procedentes de Playa Larga, que está a cuatro kilómetros y la gran preocupación de nosotros era la presencia de Fidel y el bombardeo artillero enemigo, por lo que insistíamos se marchara de ese lugar, a lo que como ha sido hábito de siempre, se negó.
«Fidel ordena que un batallón avance por Soplillar, por Jiquí, y salga a Cayo Ramona, con el propósito de que penetre por la retaguardia de los que están combatiendo en la dirección de Covadonga y corte esas fuerzas de las que se encuentran en Girón.
«Fidel vuelve al Puesto de Mando de Australia, que es donde había teléfono y comunicación con La Habana».
Al llegar a este Puesto de Mando recibe una información que lo obliga a regresar a la capital porque se está produciendo un desembarco enemigo por el oeste de La Habana, que luego resultó una acción diversionista del enemigo, simulando un desembarco. Ante esta noticia Fidel tiene que regresar. Deja las instrucciones para el ataque de tanques por la retaguardia de Playa Larga pero los que quedaron no conocían los lugares y la acción no se llevó a cabo. El enemigo se retiró y se pudo concentrar en Girón.
Fidel dio instrucciones de organizar la defensa hacia el oeste y hacia el este para cortar al enemigo en dos. Es decir, la idea era dividir al enemigo. Hacerlo con el batallón 111 separando las unidades que están al norte de San Blas de las de Girón, y con el 144 aislando a las que están en Playa Larga de Girón y con esto dejarlos en tres grupos separados unos de otros para aniquilarlos con mayor rapidez. Pero tampoco se pudo realizar esta acción.
Fernández rememora: «Estoy convencido que si hubiéramos logrado esto, hubiera caído Girón el día 18. Desafortunadamente eso no se ejecutó por el batallón 111 ni tampoco por el batallón 144, eso disgustó a Fidel […] Si nos hubiéramos movido con mayor energía, con rapidez, con premura, quizás hubiera salido bien esta parte de la operación, dirigida a dividir y aislar las fuerzas que el enemigo tenía en Playa Larga».
Lo cierto es que no salió bien la operación, el enemigo situado en Playa Larga huyó y unido con la fuerza principal contribuyó a la defensa y fuerte resistencia que hicieron en Playa Girón.
Ya en el Punto Uno, el Comandante en Jefe continúa dando órdenes y disposiciones. Ahora las órdenes eran también a las unidades que se encontraban en Covadonga, Yaguaramas y San Blas.
Al terminar el día 18, la cabeza de playa de la brigada invasora se había reducido por el oeste, al ser desalojado un batallón de la zona de Playa Larga; y aunque el ataque a Playa Girón había sido detenido por los golpes de la aviación, las fuerzas cubanas se encontraban a nueve kilómetros de esa posición en donde se enfrentaban contra otro batallón de infantería. Un tercer batallón había sido prácticamente destruido.
Desde la tarde de ese día, la preocupación del Comandante en Jefe era evitar que los mercenarios pudieran reembarcarse. Ordenaba; exigía la mayor rapidez en las transportaciones, en la preparación de la ofensiva; controlaba; insistía: «no podemos dejar que se nos vayan».
A las 05:00 de la mañana del 19 de abril, en lenguaje claro, sin usar contraseña, el jefe de la brigada mercenaria dirigía a Happy Valley, en Puerto Cabezas, Nicaragua, el siguiente mensaje:
Ustedes no conocen cuan desesperada es nuestra situación. ¿Nos van a ayudar o a dejar? Todo lo que necesitamos es una fuerte protección aérea. El enemigo la tiene. Necesitamos de esa protección si no, no sobrevivimos.
Desde horas bien tempranas, el Comandante en Jefe continúa dando órdenes, a las 06:07 horas se comunica con Pedro Miret y le dice después de varias preguntas: «tú ve tirando cañonazos seguidos, da esa orden. Yo te voy a avisar la hora en que deben parar. Sigan tirando después de las siete aumentando el ritmo, hasta nuevo aviso. Yo te daré la hora exacta».
Fidel, desde el Punto Uno organiza la ofensiva y la cooperación entre las fuerzas cubanas que participan en el ataque. Llama a unos y a otros, habla casi al mismo tiempo con el jefe de la Fuerza Aérea y con Aragonés, a este le dice: «Gordo: desde las 9 en punto van a tener siempre en el aire, todo el tiempo que haga falta, un Sea Fury y un chorro, siempre una pareja de aviones nuestros, […] Y fíjate que los tanques vayan desplegados, que dondequiera que le tiren un tiro tienen que entrarle a cañonazos al enemigo. Ellos no esperan ataque por ahí, mételes duro».
La estrategia de Fidel para enfrentar la invasión se va cumpliendo: aniquilar las fuerzas mercenarias en el menor tiempo posible, que no diera tiempo a actuar al enemigo; tomar inmediatamente parte del territorio que sería ocupado por los mercenarios, es decir, hacer una cabeza de playa en el mismo lugar en que el enemigo pensaba hacerla; y no dejar de batirlo, utilizando todas las armas de infantería, tanques, artillería y aviación.
De la misma forma que dio resultado el empleo de nuestra aviación indicada por Fidel: primero para hundir los barcos, luego como protección aérea y, por último, en la cooperación del avance de los tanques.
Fidel se ocupa de todo, a las 09:07 horas le informa a Sergio del Valle que a todos los muertos cubanos se les debe tomar las huellas digitales, alguna identificación. Y precisó: «Yo creo que lo más importante de todo es la ayuda a los familiares. Debemos trabajar en la Ley de las Pensiones y la creación de la medalla de Héroe de la Revolución. Hay que ver eso con Dorticós».
A las 11:50 horas llama a Tomassevich que se encuentra en Yaguaramas y comunica que se mantengan allí calladitos. Y le precisa: «forma un cerco allí donde tú estás; si quieres te puedes ir aproximando más, pero armen un cerco de manera que cuando ellos salgan huyendo para allá los agarren a todos, porque ellos van a huir para allá [Tachado] Tú tienes que hacer un bolsón, no en la carretera, pero un bolsón que salga de la carretera, que parta de la carretera hacia Girón y Covadonga. En una palabra, en esa esquina mete un bolsón, porque todo el que salga huyendo va a caer en tus manos».
El reloj marcaba las 14:43 horas cuando Fidel se dispone a salir del Punto Uno hacia la zona de operaciones. Imparte las últimas precisiones con los oficiales del Estado Mayor y sale, esta vez en dirección a San Blas.
Mientras Fidel se trasladaba desde La Habana hacia la zona de operaciones, entre las 02:30 o 03:00 de la tarde, el compañero José Ramón Fernández recuerda:
«Estando yo a kilómetro y medio o dos kilómetros de Girón, en la orilla de la carretera, un oficial que estaba conmigo me señala dos barcos de guerra que se aproximaban. Miro con los anteojos, y veo a dos destructores norteamericanos, que eran según el informe del inspector general Kirkpatrick el USS Eaton y el USS Murray, que escoltaban y protegían la flota mercenaria, que en ese momento se mueven hacia la costa y penetran en nuestras aguas jurisdiccionales.
«Aprecio que venían directamente hacia nosotros, mando a detener toda la ofensiva, a emplazar todos los cañones, tanques y de todo, en dirección al mar; […] Sigo observando a los destructores, los cañones desenfundados apuntando a la costa, veía a los marineros, le veía la cara a la tripulación. En eso empiezan a salir botes de los barcos y botes de Girón hacia los barcos. Yo le mando un mensaje del que no me arrepiento, del que en cierto grado me abochorno, al Comandante Fidel a través de un mensajero a Australia, de Australia por teléfono al Punto Uno en La Habana y del Punto Uno en La Habana a donde él estuviera: “Mándeme un batallón de infantería y un batallón de tanques, que se está produciendo un nuevo desembarco”, decía el mensaje. Al propio tiempo nuestra aviación también lo evalúa como un desembarco y así le informó.
«Hora y media después de haber terminado las acciones combativas, la respuesta de Fidel: “Lo que se te quieren es escapar, agárralos”.
«Es decir, que los estoy mirando, y a distancia, en otro sector del frente, en el norte, desde donde no se veía el mar, Fidel dedujo con claridad cuál era el propósito de los destructores, qué operación planeaban».
Eran casi las cinco de la tarde cuando los tanques que avanzaban por la carretera de San Blas a Playa Girón arribaban al Helechal. Pocos minutos después hizo su entrada Fidel, acompañado del presidente Dorticós.
Enseguida el Comandante en Jefe precisa, a varios oficiales, cómo sería la ofensiva final.
—Hay que llegar a Girón y tomarlo antes de 72 horas, por cuestiones internacionales, dijo Fidel.
Fidel se subió encima de un tanque y desde allí comenzó a hablarle a la tropa y a los oficiales allí reunidos. El capitán Ángel Fernández Vila recuerda la arenga del jefe de la Revolución Cubana, quien con un valor y entusiasmo extraordinarios advertía:
«El enemigo trata de reembarcar y simular ante el mundo que el ataque ha sido una comedia de nuestra parte. ¡No permitamos que escape uno solo de ellos! ¡Adelante!, ¡No nos detengamos hasta llegar a la Playa! Si cae el primero, llega el segundo, si cae el segundo llega el tercero, pero se llega a la Playa ahora mismo. Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la Playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra Patria».
Cuando Fidel planteó la situación de que él iría en el tercer tanque, se produjo de una forma masiva una negativa para que él no fuera en el tanque, todos los compañeros protegían a Fidel, de que Fidel no se arriesgara.
Y la respuesta de Fidel fue una respuesta que nos dejó impactados a todos. La forma en que Fidel nos dijo enérgicamente que él era el Jefe de la Revolución y que como Jefe de la Revolución, él tenía el derecho, tenía el derecho de combatir y de entrar en Playa Girón igual que lo iba a hacer el resto de los compañeros. Realmente no quedó otro remedio, la gente se calló, allí todo el mundo se calló.
Poco después de las 18:00 horas, Girón había sido tomado.